marzo 12, 2006

LA RAZÓN "¿Dònde he oìdo eso? Censura en el arte"








Tampico Tamaulipas 2 de julio del 2005


Por Gastón Alejandro Martínez

Ayer saludé por el chat a mi amigo Ricardo Delgado Herbert, reconocido artista plástico tampiqueño, y lo primero que le dije fue: sé que expones en julio en el Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas… y me dice “iba a exponer, pero me censuraron”. Después pasó a contarme lo que, si Ricardo no falta a la verdad –lo cual dudo--, fue un acto arbitrario que exhibe una vez más los criterios con los que suelen elegirse a los funcionarios culturales en nuestro estado.

En un texto suyo, inédito, que me hizo llegar, Ricardo cuenta cómo Emiliano de Pau, director del museo, durante una conversación telefónica, intentó mofarse de su obra, descalificándola con adjetivos que no vale la pena exponer aquí, pero en ningún caso caben en el criterio del director del MACT, que en teoría es el espacio para el arte contemporáneo más importante de Tamaulipas.

Siguiendo el texto de Ricardo, De Pau le reprocha querer llevar al museo una obra de contenido violento, no apta –según él- para los “inocentes” ojos de los matamorenses. Le dice que si quiere exponer habrá que dejar fuera parte de sus cuadros, pues además de ser “horribles” tratan asuntos de narcotráfico y violencia fronteriza. Pienso que si De Pau consideró en su momento que la obra de Ricardo no tiene la suficiente calidad para exhibirla en el MACT debió decirlo también en su momento y no a última hora, como relata el pintor tamaulipeco. Si los juicios “estéticos” que dan luz verde a una exposición dependen de algún consejo técnico o consultivo del museo, igual son procedimientos que el artista debe conocer a su tiempo. No parece honesto que cuando la exposición ya está programada, el director del museo ponga condicionamientos al artista para la exhibición de su obra.

No conozco a De Pau, no cuento con su versión de los hechos y desconozco igualmente si tiene alguna preparación, trayectoria como crítico de arte, promotor cultural o funcionario público. Mi intención no es descalificarlo, menos sin conocer a fondo los hechos que motivaron que Ricardo Delgado Herbert finalmente no exponga su obra en el MACT. Escribo este artículo para solidarizarme con un amigo al que considero un artista talentoso, quien además cuenta con una amplia trayectoria, ha expuesto en importantes museos y galerías del país y, hasta donde sé, también en el extranjero. Su obra es bien acogida por la crítica de arte en México. No es un improvisado, un charlatán o un principiante; mucho menos un artista chiflado por el poder político o cultural de su tierra natal o de otro ámbito.

Es un artista serio, propositivo y estudioso de su oficio. Todo ello hace que confíe en sus palabras, las cuales dejan muy mal parado al director del MACT.

Lo que me cuenta Ricardo Delgado Herbert preocupa pero no es extraño. Más bien es la sopa de todos los días en nuestro ámbito. Viví de cerca la arbitrariedad, el ninguneo, el amiguismo y la mediocridad reinante en las estructuras del poder cultural tamaulipeco desde los tiempos en que Guillermo Lavín y sus amigos regenteaban la cultura en el estado; la revista El Bagre dio cuenta de todo ello. Como gente de radio, no me extraña que a la cabeza de la radio estatal, por ejemplo, aparezcan oscuros individuos que sin la protección del poder, con todo lo que eso significa, batallarían para ganarse el pan honradamente, incluso en los oficios menos exigentes. Mientras Ricardo me contaba amargamente sus cuitas, no pude dejar de pensar… ¿en dónde he oído eso? ¿En dónde he oído eso?
La comunidad artística de Matamoros y de todo el estado tendría que estar alerta y no permitir la arbitrariedad allí donde se presente. ¿De qué nos sirven los nuevos espacios culturales si los personajes que los dirigen carecen sensibilidad, honradez y resultan incluso enemigos del arte y los artistas?
De Pau merece –a mi juicio-- el beneficio de la duda. Si tiene algo que decir, que lo diga.

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