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Melitón Guevara Castillo
Cd. Victoria, miércoles, 16 de Febrero de 2005
Desde esta Esquina
Quienes somos docentes nos lamentamos, una y mil veces, que en el universo estudiantil la cultura no sea un signo indicativo de su formación profesional. No miento si digo que al cuestionar a los alumnos, por ejemplo, sobre si leen o no, su respuesta es mínima. Tienen, es cierto, conocimientos generales, pero no los suficientes. Y, esta situación, nos lleva a contexto específico: la cultura del pueblo es deficiente. La pregunta entonces solo puede ser una: ¿Quién, o quienes, son los culpables? Por ejemplo, en días recientes, un grupo de artistas como Alejandro Rosales Lugo y Carlos Valdez, cuestionaron los nombramientos –ratificación-, de la mayor parte de los titulares del área cultural del gobierno del Estado. Critican, por ejemplo, que se ratifique a Fernando Mier y Terán como a Medardo Treviño. Es más, vale decir, que en cuestiones culturales siempre unos y otros han señalado la existencia de grupos, de mafias, que hacen de los recursos de cultura la oportunidad para promover sus habilidades y las de sus cuates.Hay, sin embargo, que establecer una distinción: una cosa es hacer cultura y otra, muy distinta, promover la misma. Laura Resendez, la titular del Centro Cultural Tamaulipas, cumple bien su trabajo de promover y difundir la cultura: la mejor evidencia la tenemos con las múltiples actividades que ahí se realizan; pronto, por ejemplo, la muestra internacional del cine, luego la de teatro, entre otras, que es preciso señalar, son actividades en la cuales ellas apoya logísticamente, pero otros –de cultura-, planean, organizan y desarrollan.Creo que las manifestaciones –criticas o reclamos-, de artistas como Rosales y de Valdez, tienen sentido en cuanto que, ellos, se han sentido lesionados cuando ven las oportunidades y se dan cuenta que son para otros. Creo que, lo mismo, pueden decir otros artistas. Sin embargo, lo importante y significativo no es simple señalar; es preciso también proponer y hacer evaluaciones. Señalamientos que, la verdad, deben darse en todo momento, sobre el trabajo realizado, y no únicamente cuando se emiten nombramientos… la critica, la denuncia, es además una tarea de toda la sociedad civil.Mucha o poca todos tenemos una cultura. Misma que, en lo individual, fortalecemos en la medida que instituciones publicas o privadas favorecen sus manifestaciones, promoviendo a sus exponentes. Por ejemplo, a quienes nos gusta leer, creo que nos lastima enterarnos que –como en susurro-, el trabajo editorial que hace el gobierno del Estado. No hay difusión de las publicaciones; y en algunas, muy buenas por cierto, la verdad no son accesibles para el grueso de la población por su costo. Son publicaciones y costo, da la impresión, para la imagen del gobernante.La cultura, sin la menor duda, es una de las caras que cada sociedad presenta. Los organismos internacionales, como la UNESCO y la OCDE, nos pintan como un país reprobado en español y en Matemáticas. En la práctica, nosotros mismos, nos reprobamos en cultura, cuando mostramos evidentemente ante propios y extraños nuestra ignorancia. Vicente Fox, como Presidente de la Republica, en el lejano oriente evidencio desconocer el protocolo diplomático; en tanto que, en España, mostró su ignorancia en Literatura. Y nosotros mismo, en un arranque de honestidad cultural, ¿Cuántos veces sentimos la impotencia, por la ignorancia, de participar en más de una conversación?
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