marzo 12, 2006

DIARIO DE CD. VICTORIA "¿Y la cultura?"




Jueves 8 de septiembre del 2005

Pedro Alonso Pérez

En Tamaulipas desde hace varios años opera el mismo equipo en el área cultural. Los mismos proyectos y la misma política cultural, burocrática, ineficiente y elitista.
En una entidad moderna como ésta, pero de innegables raíces históricas; con una álgida y extensa frontera que más que separar une; de incesantes producciones y servicios culturales en desarrollo y un enorme territorio en donde habitan, lo mismo una compleja sociedad urbana producto de las grandes y medianas ciudades, que aisladas y marginadas poblaciones rurales: el daño que el continuismo burocrático en lo cultural propicia a la vida social en el estado puede ser inconmensurable.
No se trata de descalificar toda la tarea cultural que viene desde arriba y hacer “tabla rasa” con lo que se ha hecho. Pues de diferentes maneras se han puesto en práctica algunos esquemas de trabajo interesantes que buscan promover y difundir en los espacios sociales más amplios el arte y la cultura. El propósito es dimensionar una acción gubernamental cuyo impacto debiera ser más positivo en el ámbito social y en el propio desarrollo humano.
Cultura e identidad van de la mano, transitan en el tiempo; vienen desde el pasado, se expresan en un presente y se proyectan hacia el futuro en una díada donde los valores universales, estéticos y sociales trascienden y se hacen ostensibles. Así como todos los pueblos tienen historia, también todos tienen cultura.
La cultura no puede ser concebida sólo como la presentación de lo selecto, “lo exquisito”, para reducidos públicos conocedores y en espacios elegantes pero de acceso restringido. Debe ser mucho más.
La cultura es en la opinión del antropólogo Clifford Geertz: “(…) un esquema históricamente trasmitido de significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas, por medio del cual los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes ante la vida”.
Entonces como puede observarse, las actividades y tareas culturales desde el poder, hoy dejan mucho que desear, pues deben ser más amplias y de mayor envergadura. Los festivales internacionales y los magnos eventos de “relumbrón” a costos millonarios son tan sólo una parte que debiera complementarse con la cotidiana actividad cultural y artística en barrios, colonias y ejidos; en espacios comunitarios más abiertos que estimulen la creatividad y el disfrute cultural por las más amplias capas sociales. Crear el gusto por la cultura y despertar el goce estético en la población no es tarea baladí.
El balance hasta hoy no es favorable para quienes manejan la cultura en el estado; se antoja difícil incluso que se cumpla con los lineamientos y objetivos culturales plasmados en el plan estatal de desarrollo, para contribuir al desarrollo social en el estado y al desarrollo humano como lo entiende la ONU, la capacidad de elegir aquello que tiene razones de valorar.
Mientras tanto, en Tamaulipas se acumulan rezagos y afloran los conflictos en la vida cultural, como lo demuestra la situación en Matamoros; un conflicto entre autoridades y los artistas locales como queda de manifiesto con la publicación de una carta del señor Víctor Hugo Martínez Murillo (Proceso 1505) donde denuncia, a su juicio, la existencia de graves anomalías cometidas por las principales autoridades de cultura del estado, el señor Fernando Mier y Terán y el señor Medardo Treviño, herencia de pasados regímenes; “Somos –dice el denunciante- decenas de artistas de Tamaulipas los que estamos inconformes con el manejo de las instituciones dedicadas al arte y la cultura del estado”.
No obstante autoridades tan pequeñas, la vida cultural en este estado es más grande e importante que cualquier burócrata ensimismado, que al margen del compromiso social del arte y la cultura, esté más interesado en quedar bien con los de arriba para continuar enquistado en el presupuesto por los sexenios de los sexenios…

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