diciembre 16, 2008

MILENIO MUCHOS APOYOS, MALOS POETAS




Tampico, Tamps, domingo 14 de diciembre 2008




Gastón Alejandro Martínez

El nombre de este artículo tiene una cierta intención provocativa, como preámbulo para mis reflexiones en torno a uno de los temas más trillados y fastidiosos en torno a la cultura: el de los famosos apoyos o la falta de éstos por parte del gobierno a la susodicha y a sus hijos preclaros los escritores, pintores, teatreros, etc., que suelen malgastar el tiempo precioso que su formación en sus respectivas disciplinas mucho necesita en la queja constante, en el lloriqueo y la protesta, cuando no en la lambisconería y el lamesuelismo más aberrante en pos del billete siempre envenenado de los gobiernos, reacios a invertir en todo lo que no huela a negocio u obras de lucimiento, pero que de pronto huelen que soltar algunos dineros a escritorzuelos de medio pelo puede redituar en loas a la generosidad del gobernante, flores y más flores a su honda sensibilidad, a su gusto por las bellas artes y a su inveterada preocupación por el desarrollo cultural del pueblo, cualidades que le acompañan desde la cuna.

Un día se inventaron las becas para los ‘artistas’ y desde entonces la innata corrupción que nos caracteriza sentó sus reales en las direcciones e institutos de cultura, creándose así en los estados de la República, y particularmente en Tamaulipas, efímeros ‘booms’ literarios con plumíferos multibecados, siempre amigos del director en turno cuando no el mismísimo director y sus subordinados, cuya trascendencia no excedió al del sonido de un petardo. Una verdad monda y redonda se revela desde entonces para todo aquel que la quiere ver: las becas y los apoyos no hacen mejores artistas. Imaginen a los borrachos, drogos y geniales Rimbaud y Modigliani becados por el FONCA. Grotesco.

Así como la pena de muerte no ha erradicado ni disminuido al crimen ahí donde ésta se aplica, tampoco los famosos apoyos a los artistas que afanosamente los buscan han contribuido un ápice a que éstos destilen lo que les está vedado de por sí: una obra trascendente, hermosa e inmortal. Como lo demuestra la historia, los verdaderos talentos y genios lo serán con apoyos o sin ellos. Entonces, ¿de qué va la cosa con este asunto?
Si algún día llegáramos a contar con un gobierno, aunque sea uno, decente, éste seguramente no se abocaría a apoyar a la cultura en el sentido tradicional e inútil del término, sino a ubicarla en un contexto más amplio, el de la educación artística en particular y el de la educación en general. De nada sirve construir grandes teatros y salas de exposiciones si las obras no van de la mano de programas educativos que cuando menos en el mediano plazo formen un gusto alternativo al que impone la televisión comercial y acerquen a la población a las artes con genuino interés y no acarreada, como suele hacerse.

Sería aquel gobierno no perfecto, sólo decente, uno que trabajara como suscitador, como provocador, como impulsor de la cultura y las artes, no con dádivas sino pagando a los artistas honorarios justos por lo que hasta ahora se ha considerado de gratis y como un favor, como leer, actuar o cantar en público. Tal gobierno se concentraría en promover el trabajo artístico, promoviendo la organización independiente de grupos de teatro, danza, música, abriéndoles sus espacios, acicateando la libertad de expresión, la tolerancia hacia la diversidad de pensamientos y actitudes propias de las artes, comprando publicidad a las revistas independientes que demostraran un trabajo editorial serio, creando un fondo editorial que busque patrocinios y coediciones, dignificando las bibliotecas públicas, involucrando a la iniciativa privada en proyectos como compañías municipales o estatales de danza, de teatro, una orquesta, etc., poniendo al frente de las direcciones de cultura a verdaderos promotores y amantes de las artes, no a oscuros funcionarios que no conocen de letras más que en la sopa.

Es mucho lo que se puede hacer desde una visión integral, a partir de una política de estado, pero esto es lo último que harán nuestros actuales gobernantes, sean del partido que sean, no quieren una sociedad pensante que los cuestione, para educar al pueblo ya tienen a la televisión, a la ‘maestra’ que todos los días nos enseña que el sindicalismo más rancio y charro del siglo veinte, aliado siempre al poder y al dinero, sigue allí como en los viejos tiempos del tricolor que ahora renace en una realidad política hecha a su medida. Vivimos en un mundo de negociantes y mercachifes, unos legales, otros ilegales, indistinguibles unos de otros en el miasma de la cotidianidad nacional. Ellos gobiernan, somos sus empelados o somos sus parias; somos sus esbirros o sus víctimas. A contracorriente de todos ellos uno construye su obra como construye su vida, con alegría y con valor. No hay queja, ‘nos tocaron, como a todos, tiempos malos por vivir’ (Borges dixit).

Un saludo a mi joven amigo Carlos Juárez, que supo darle a su espectáculo de fotografía, música y literatura un tono de innegable, violenta y desnuda poesía.


*Gastón Alejandro Martínez (Ciudad Madero, 1956), estudió letras hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Poeta, compositor y editor de vocación, actualmente se gana la vida como publicista. Es autor del poemario "Solar de pájaros" (CONACULTA, 1989) y del libro "La Música" (Ediciones Sin Nombre, 2006), el primero de una trilogía con el mismo nombre. El Horizonte es un libro escrito entre 1986 y 1992. La mayor parte de la obra de Gastón Alejandro se encuentra inédita.

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