octubre 12, 2007

MILENIO "Teatro tampiqueño en las escuelas, Sacrificada labor, público asegurado"




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“De 6 a 8” es uno de los grupos de teatro que se ha presentado en escuelas. Con “Siberia” iniciará una nueva temporada para estudiantes


Diversos factores han llevado a los teatristas tampiqueños a acercarse a las escuelas con el fin de presentar funciones dentro de las instituciones educativas. El teatro escolar resuelve necesidades como la falta de espacio, la formación de públicos, la formación del actor y hasta la sobrevivencia de los grupos.

Por: Roberto González
10-Octubre-07


Circunstancias como la falta de infraestructura y espacios que permitan el desarrollo del teatro en la localidad, han orillado a las compañías de teatro de Tampico a realizar funciones dentro de las escuelas para el público juvenil. Los creativos rechazan que dichas instituciones se estén convirtiendo en el último reducto para el teatro en la zona.

“Está bien que la mayoría de los grupos de teatro tomen las escuelas como espacios para poder expresarse- dice Refugio Hernández, director del grupo Bocana- ante la poca infraestructura cultural que hay en nuestra región”.

A decir de Hernández, los niños de hoy que se “acostumbren” al teatro, serán los padres de familia que mañana llevarán a sus hijos a los espectáculos.

“Cuco” opina que los teatristas no sólo deberían tomar las escuelas, sino espacios como la calle o las colonias populares “y todos los sectores sociales” en función de una formación de públicos.

Con una opinión similar, el director de la compañía Barrunte Escénico, Armando Pérez Pacheco, señala como importante que los grupos de teatro del puerto se aproximen a las instituciones educativas para habituar a los jóvenes a asistir al teatro.

“Ojalá que la mayoría de los grupos empezáramos a trabajar de una manera coordinada con las escuelas para que los maestros estuvieran más al pendiente de los trabajos que se realizan. Porque ¿cómo vas a obligar a un muchacho a ver un obra cuando el maestro ni siquiera la ha visto?”.

Por otra parte, Pérez Pacheco califica como riesgosas las funciones en las escuelas, ya que comúnmente éstas no cuentan con los requerimientos técnicos que las obras necesitan, ni con un espacio especial para ofrecer la función.

“Es un riesgo, sí, pero si se hace un buen trabajo se puede asumir como reto el que este chico vea en el teatro una buena opción para divertirse y aprender”.

Para el director del grupo de teatro Ran Rataplan, Ángel Hernández, las funciones en las escuelas representan, sencillamente, una entrada monetaria eficaz.

“En algún momento nos hemos visto en esa necesidad, y muchos seguimos haciéndolo. El artista sabe que de ese modo tiene unas localidades seguras que puede aprovechar dignamente”.

Con una visión más desencantada, Hernández ve con suspicacia el que las funciones escolares estén ayudando en el desarrollo de un futuro espectador.

“Es una mentira más del sistema educativo de México. Creo que el teatro en escuelas viene a ser una imposición y una manera determinada de exigir a los alumnos una necesidad que no se encuentra inmersa en sus intereses”.

Las obras que el grupo Ran Rataplan ha presentado en escuelas, en ocasiones no han contado con la aprobación de los catedráticos, a quienes Hernández atribuye la represión del “uso del lenguaje vulgar y las formas explícitas del sexo”.

“Que el teatro toque estos temas es una posibilidad de acercarnos a las vivencias del joven, pero el sistema educativo no está de acuerdo con aquello que para ellos representa un riesgo dentro de la escuela”.


Público en bruto

Leticia Lira, directora del grupo “De 6 a 8” de la Facultad de Música de la UAT, afirma que, además de ayudar a la formación de públicos, ir a las escuelas ahorra al teatrista la labor de difusión.

“En las escuelas uno nada más habla con la directora y se llega a un arreglo para ofrecer la función”.

Leticia Lira señala que el público joven es el más “dúctil” para aprender a ser espectador, “difícil de complacer, pero fácil de conquistar”.

“Uno puede atraparlos siempre y cuando la obra esté bien montada. Ellos pueden hacer comentarios y pueden hablar en voz alta y decir cosas, pero si es en función de la obra está bien. Quiere decir que están atentos y están reaccionando porque todavía son un público en bruto, todavía no sabe cómo comportarse ante un espectáculo de teatro”.

“El problema viene cuando los muchachos se paran, van al baño, platican entre ellos, sacan los celulares; ahí los que estamos fallando somos nosotros que no logramos captar su atención”.

“Es muy sacrificado presentarse en escuelas porque uno tiene que llegar, poner la escenografía, actuar, quitar la escenografía, llevársela. Y antes que nada uno tiene que andar consiguiendo la camioneta donde transportar todo”, agrega.

Lira considera que sería una buena medida que una institución cultural subvencionara a una compañía para llevar teatro a las escuelas.

Como integrante del grupo “De 6 a 8”, Emilio Benavides rememora una de tantas presentaciones realizadas ante los estudiantes e ilustra con esta, la circunstancia usual del teatro en las escuelas.

“Una ocasión en que nos presentamos con la obra Mundo Nocturno, era uno de estos patios de concreto y hacía un sol tremebundo; sin embargo el público reaccionó muy bien”, cuenta.