agosto 23, 2010
TAMPICO CULTURAL En tierra de Macbeth
*Si deseas leer la nota original, pica el enlace del encabezado
Por: Marco Antonio Huerta
foto: Josue Picazo
A mis neolaredenses (ustedes saben)amigos.
Supe del mecanismo de la burocracia cultural en febrero de 2006 durante la ceremonia de entrega de los estímulos a la creación y al desarrollo artístico de aquella emisión. De manos de uno de los funcionarios que ha permanecido por mayor tiempo en el mismo puesto recibí el primer estímulo monetario con el fin de dedicar tiempo y esfuerzo a un proyecto propio de escritura. Antes de eso nada sabía yo de los vericuetos y del funcionamiento de la institución que debería fomentar el desarrollo de la cultura y las artes en Tamaulipas. Antes de aquella ceremonia, puedo decirlo, yo era más feliz.
Esto viene a cuenta, amable lector, porque en los últimos días tuve la oportunidad de acudir a algunas funciones de las obras que participaron en el XXIX Concurso Estatal de Teatro “Rafael Solana”. No digo yo lo evidente: el teatro en Tamaulipas tiene enormes carencias. Eufemismos más, eufemismos menos, esto fue lo que declararon los jueces del concurso al momento de emitir su fallo. La autocrítica y el rigor brillaron por su ausencia. “Hubo un marcado desnivel en la calidad de los trabajos presentados.” No hace falta ser crítico teatral ni dramaturgo para advertirlo. Pero lo que sí sería interesante discutir con miras al futuro inmediato es la causa de esta situación que, por supuesto, tiene remedio.
Uno supondría que un concurso estatal con veintinueve emisiones (de los más antiguos del país) exhibiría en su más reciente entrega sólo piezas teatrales de factura decorosa. Y no. Son veintinueve años que evidencian la deficiencia más apremiante de las personas en Tamaulipas cuyo deseo es hacer arte. Estoy hablando de la formación.
Este concurso tiene lugar en un momento coyuntural en la vida de Tampico. El primer centro de formación artística surgido de la iniciativa privada cesó su proyecto académico “en virtud de las problemáticas sociales” que vive la ciudad. Y es que El Rivera fue fundado como una empresa cultural única en su género. Una alternativa de frente al yermo panorama de la formación académica en la zona y en el estado. Aparentemente nada pasó, pues nada pasa. Nada pasará. Ni una sola mención por parte de las autoridades culturales que sonrieron ante las cámaras en el día de su inauguración.
Sostengo que lo más urgente es la formación académica de los artistas. Pero, ¿por qué razón no hay formación artística en el estado de Tamaulipas? Por las decisiones de los burócratas de la cultura, claro está. No soy el primero en atribuir semejante responsabilidad a este grupo. El artista Ricardo Delgado Herbert ha llevado a cabo un severo trabajo de documentación de los torpes tumbos de ciego que ha venido dando la burocracia cultural de Tamaulipas. Son cerca de veinte años durante los cuales la formación artística ha permanecido fuera de las políticas culturales (si es que las hay) del estado.
Consciente de la situación en su conjunto agradezco que nuestras ciudades tamaulipecas sean las orgullosas sedes de grandes teatros, bibliotecas, museos y galerías que tanto han contribuido a la formación de públicos. Pero si estos espacios no se ocupan con trabajos que posean los criterios mínimos de calidad, su misión formadora se pierde en el elogio mutuo, el chambismo y la autoindulgencia.
Entusiasmo y anhelos de expresarse hay de sobra en el estado. Eso está claro y a todas luces. Pero a la fecha no hay un programa definido y de alcance generalizado que responda a esta exigencia. Como tampoco existe una demanda organizada por parte de los artistas y promotores culturales a sus autoridades. A lo mucho podemos contar algunos loables esfuerzos aislados que alivian esta urgencia en cierta medida. El XXIX Concurso Estatal de Teatro “Rafael Solana” demuestra que no son suficientes.
Guillermo Arredondo, director del ITCA, felicitando al director Medardo Treviño durante la premiación del XXIX Concurso Estatal de Teatro
Desde el inicio del concurso sospeché con tan sólo leer la ficha que la obra ¿Quién es Macbeth? arrasaría con los premios. Aún cuando, amable lector, no pude verla gracias a la caótica organización del mismo, bastaba con apreciar el resto de los montajes para llegar a la más obvia de las conclusiones. ¿A qué le sabrá este premio a Medardo Treviño, director del montaje y antiguo funcionario del ITCA, teniendo de antemano la certeza de que no enfrentaba competencia alguna?
Desde aquí hago un llamado (al que deberían sumarse todos los involucrados) al gobernador electo, Egidio Torre Cantú, para que dirija su mirada a los artistas tamaulipecos. Que atienda a la valiosísima propuesta que en su momento hizo nuestra amiga Sandra Muñoz a su difunto hermano. Y que no confíe nuevamente el desarrollo de la cultura y de las artes a los mismos funcionarios que durante años se han aferrado al puesto con los fatales resultados que todos conocemos.
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Marco Antonio Huerta (Tampico, 1978). Licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Autor de La semana milagrosa (2006), Golden Boy (2009) y Hay un jardín (2009). Beneficiario de la emisión 2010 del Programa de Estímulos a la Creación y el Desarrollo Artístico del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes en la categoría Creadores con Trayectoria. Forma parte del colectivo Perros de Agua. Mantiene el blog moteltampico.blogspot.com
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