agosto 13, 2009

El que nada debe, nada teme. ¿O cómo iba el dicho?



Agosto 13, 2009


Liliana V. Blum

http://lilianablum.wordpress.com/

Recuerdo un capítulo de Seinfeld en el que el grupo de amigos se encuentra con su contraparte del mundo bizarro, y en el que Elaine tiene que elegir entre cada uno. Bizarro como aquello que se parece a algo, pero está retorcido, invertido, como si se viera en un espejo distorsionado. Igual, me parece que la lógica de los burócratas (cuyos cheques quincenales aparecen mágicamente y sin problema) es bizarra en relación a las del ciudadano común que ve perdido entre el 35% y 40% de sus ingresos lléndose al carajo en forma de impuestos (sin hablar de prediales, ivas, ietus, et. al).

Pues no pretendo hablar de la burocratez en general (de los malos, de los prescindibles para el país, de los parásitos, porque también hay quien hace su trabajo). En particular, quiero hablar de un cierto tequismiquis (ah, me encantan esas palabras que luego no existen) entre una funcionaria de cultura municipal (la directora, quién más, la señora Ekaterine Marón) y mi querido amigo, Marco Antonio Huerta. La cosa empezó en los correos electrónicos, luego se aterrizó un poco en los blogs, y pero al final trascendió a la sección de grillas del Milenio local (y no sé si a otros diarios, que no me he puesto a investigar). Aunque sé que hay muchos artistas locales mirando así en silencio cómo se deshace esta bolita de estambre (de color más negro), yo me pronuncio a favor de Marco, porque su causa me parecé no sólo lógica, sino justa y llena de sentido común, algo que luego (¿será el calor del puerto, el nivel del mar, los mosquitos del dengue o los mangos fermentados?) no se nos da mucho en esta ciudad.

Me siento en la mecedora justo como se sentaba mi abuelita antes de contarnos a todos los nietos una de sus historias (amo a mi abuela por ello y la recuerdo justo ahora, no sé por qué). El meollo del estambre según le tocó ser testigo a la Blum, mis niños. Pues érase una vez una dirección de cultura que tenía sus oficinas en el palacio municipal de Tampico (en el meritito centro, como suele suceder en estos casos, aunque en este caso el centro está en una orilla de la ciudad). Érase también una casa de la cultura que fue construida en el edificio del viejo rastro municipal, con sus propias oficinas allí mismo, y el archivo municipal (con una lindísima y querida directora) en el segundo piso. En esa casa de la cultura he impartido talleres de creación literaria infantil (cuando el ITCA y las antiguas administraciones municipales me pagaban por ello), o de introducción a la narrativa.
Allí mismo llegué yo a tomar talleres con escritores como Orlando Ortiz o Alberto Chimal. O asistí a presentaciones de libros, revistas, o exposiciones de pintura de amigos o conocidos del medio. Eran buenos tiempos. Al menos había jabón para lavarse las manos en el baño o papel sanitario (hoy, en plenos tiempos de la influenza, la casa de la cultura tiene baños así, medievales, sin jabón ni papel y a veces sin agua, y me consta me consta me consta).

Pues bien, que nos enteramos que las oficinas de los funcionarios de cultura se mudan a una casa antigua, llamada Casa Fernández. Desde hace unos meses se invierte en remodelaciones en serio (podemos imaginar los costos de remodelar inmuebles antiguos). Y bueno, ante lo absurdo de este movimiento, Marco mandó este correo a la señora Marón, con copia a varios de los artistas del puerto y al alcalde, Óscar Pérez Inguanzo. Marco nos invitaba a los coleguitas a no asistir a la inauguración, para no legitimar algo que nos parece no sólo un gasto excesivo, sino inútil, y que nos hace pensar que en realidad beneficia de alguna manera a alguien. No encontramos una razón lógica, claro, con nuestra lógica de ciudadanos. Como dije, la de los burócratas funciona en un mundo alterno en donde los impuestos fluyen de forma mágica y automática. Hago link para que lean el texto de mi amigo.

No a la inauguración de la Casa Fernández

En la noche del mismo día en que fue mandado el mail anterior, nos llegó una respuesta (con copia a todos) de la directora de cultura. Era imposible no dejar de notar que fue escrita con un cierto grado de iracundidad y sin mucha revisión (o al menos eso quiero pensar), de lo contrario no me explicaría cómo una funcionaria encargada de la cultura de la ciudad pueda escribir con tantas faltas de ortografía, puntuación y gramática (que tal vez ella crea que es lo mismo, pero no). Dicen, se rumora, más no me consta, que en alguna ocasión y en frente de varias personas, ella misma alardeó de que jamás leía, que le resultaba aburrido. Pues bien. Además de todo, escribió en mayúsculas anaranjadas, tal vez con la mentalidad de hace 30 años en la que las mayúsculas excusaban a la gente de acentuar (en aquellos tiempos de las máquinas de escribir). Era díficil a momentos entender lo que la señora Marón quería trasmitir, pero creo que la idea general termina por trascender. Aquí va el link a la respuesta de la directora de cultura del ayuntamiento de Tampico (desde su correo de hotmail, por cierto). Ella modifica el subject del correo y pasa por alto que para preguntar hay que separar el “por” del “que” y además ponerle acento a éste último. Y bueno, yo soy analmente retentiva con esto, no en balde intenté hacer algo con los chiquitos del ITESM en redacción remedial (no es un ofrecimiento de cursos, que ahora tengo muy llena mi agenda), pero como dije, uno pensaría que la encargada de cultura dominiaría estas cosas tan básicas. Sorpresa, que no es así. ¿Por qué no me sorprende?

No a la inauguración de la Casa Fernández….y porque no? (sic sic siiiiiiic)

Se suponía que esto no era una cosa personal, pero la respuesta anterior ciertamente es visceral y alude a cosas que ni son pertinentes ni correctas. Lo cierto es que luego de todos sus comentarios, la señora Marón no responde a cuánto asciende la renta del edificio (y aquí vendría bien también que se nos informara cuánto se invirtió en las reparaciones del mismo). Tampoco responde por qué si el contrato se hizo el año pasado (y ella asegura que el año pasado fueron tiempos boyantes, nada de crisis) por qué no se cancela o replantea el contrato ahora que hay una crisis mundial. Hasta alguien de inteligencia muy rudimentaria (ah, los dulces eufemismos y las formas) puede entender que es más barato mantener un edificio que dos, sobre todo si no tienes ni dinero para el papel sanitario del primero (el cual además es propiedad del ayuntamiento y no precisa de pago de renta). Hasta una bellota entendería que si por un lado se quiere imponer un cobro de $500 a los artistas por usar la Casa de la Cultura (porque supuestamente el presupuesto de cultura no alcanza, cuando en las administraciones pasadas casualmente sí alcanzaba), no se deberían de gastar unos $26,000 (más o menos, la señora nunca dijo a cuánto ascendía la renta) en otro edificio, esto sin contar los gastos de mantemiento del mismo. ¿Se imaginan cuandos eventos gratuitos se podrían hacer al mes con esa misma cantidad? No alcanzan ni los días del mes. Ante lo anterior, mi amigo hace algunas puntualizaciones, de forma impecable. He aquí su respuesta:

Aclaraciones a la directora de cultura: (http://moteltampico.blogspot.com/)

Yo aquí agrego que a los eventos que he asistido durante la administración de cultura de la señora Marón (eventos de personas conocidas por mí), me consta que han puesto de sus propios bolsillos tanto como para el vino como para los bocadillos, y no como la directora de cultura alude, que han corrido por cuenta de su dirección. La señora ofrece mostrar facturas y fichas de depósitos (y supongo se refiere cuando la Casa de la Cultura se renta para eventos no artísticos, como eventos de videojuegos, convenciones médicas, etc), pero en el caso de los cobros a los artistas, no se sabe a los bolsillos de quién va a parar ese dinero. Es más, ni siquiera se informó oficialmente a la ciudadanía de esa nueva política. ¿Quién la aprobó? ¿Está en su poder de pronto imponer un cobro así? Yo no dudo que haya muchas facturas que comprueben gastos, lo que dudo es que se hayan aplicado a la Casa de la Cultura y los eventos en cuestión. Yo, soy de lo peor, ya se ve. Dudo de todo. Sobre todo de la gente que tiene que gastar el dinero de otros.
No sé por qué los apoyos a los artistas la señora Marón los maneja como dádivas, conceciones de un alma generosa. ¿Cuál otro es el propósito de la dirección de cultura? Al parecer algunos funcionarios creen que meramente es pagarle sus nada despreciables quincenas. Se le olvida que es el mismo dinero de los ciudadanos el mismo que pasa por sus manos. El mismo que escatima para lo más esencial y además pretende sangrar a los ciudadanos que no eludimos impuestos aún más, porque de alguna manera bajo su dirección, el dinero no rinde para lo que debería. Y como solución, se le ocurre incurrir aún en más gastos, como la renta, remodelación y gastos de mantenimiento de la Casa Fernández. Ah, eso es perfectamente lógico en un mundo bizarro.

Pues bien. Aquí estoy contigo, Marco Huerta. Te apoyo en tu derecho de expresarte en desacuerdo con lo que hacen estos servidores públicos. Aunque las palabras se burlen de nosotros, porque la acepción ya no tiene que ver con el orden de las letras. Un abrazo, mi Truman Capote. Eres un perro y sabes que se te quiere mucho. Sabes que a mí no me podrán embarrar ni un boleto de avión en mi pecosa cara y que la cultura se puede hacer a pesar de los que deben promocionarla y terminan haciendo justo lo contrario.

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