abril 09, 2007

REFORMA Y EL NUEVO HERALDO Recupera ‘Arte Huerco’, muestra censurada en 2005 por museo de Tamaulipas

















Parodian en pintura el mundo del narco

DORA LUZ HAW

Agencia Reforma



04/08/07 |


CIUDAD DE MÉXICO — En el 2005 la exposición Arte Huerco: Ranger Time, del artista visual Ricardo Delgado Herbert, fue censurada por el Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas.

Tras permanecer dos años en bodega, actualmente es vista diariamente por miles de pasajeros del Sistema de Transporte Colectivo Metro.
“Aquí no la quisimos porque es una basura, eso no es arte y no se merece estar en nuestro museo”, dijo entonces el director del museo Emiliano De Pau García.
Narcotraficantes, íconos del cine nacional como los hermanos Almada y hasta personajes de un cártel imaginario, protagonizan estas 24 pinturas en gran formato (1.60 por 90 centímetros), que se exhiben desde el miércoles pasado en la estación Chabacano del Metro.

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Hombres y mujeres rodeados de oropel, con rifles AK-47, cuchillos, pistolas y cargados con la iconografía característica -y estereotipada- de los norteños del País, los personajes recreados por el pintor son aquellos señalados por la sociedad como generadores de violencia.
¿Crítica o apología del narco? Delgado Herbert no se inclina por ninguna de las dos.
“Lo único que hago es exhibir o plantear una realidad cotidiana del norte del País. Algunos dicen que hago un homenaje a los narcotraficantes, pero quienes descubren en ellos caras monstruosas, piensan que en realidad es una crítica. Creo que dependerá del espectador”, considera.
Lo que ha hecho el artista en los últimos años es crear una narrativa alrededor de un mundo en el que le tocó crecer.
“Son como corridos, pero en lugar de contar historias con palabras y música, lo hago con imágenes. La música la llevan por dentro”, explica.
La muestra está integrada por tres series. La primera, “Glorius Pistols: de la A a los Zetas”, plantea la situación social del narcotráfico.
La hizo mientras se encontraba en Matamoros y se enteró de la militarización del narco, de la confrontación, la violencia y el espanto.
“Me gusta ponerles fondos de diamantina, porque creo que se ven más kitch. Hago referencia al mal gusto, lo ostentoso de los personajes. No puedo utilizar piedras preciosas, que supongo le darían un efecto espectacular”, ironiza.
En las obras se descubren iniciales y letras basadas en notas periodísticas que salieron en la frontera y que retomó para hacer una selección de lo más característico.
La segunda serie, “Espectros porteños: Oda a los Hermanos Almada”, está basada en las películas de estos actores. Cada personaje realizado con pintura fluorescente que se pude ver en la noche, tiene relación con alguna de ellas.
“Al final de cuentas, las películas de los Almada son sarcásticas, pero también proféticas”, dice.
Finalmente realizó la serie “La raza del Cártel Huerco”, donde se aventura a crear su propio cártel, integrado por gente con la que se ha confrontado en la vida y que lo han marcado por algo especial.
“Hay gente que me dice que haga pinturas bien hechas y más vendibles, porque nadie se atrevería a tener en su sala a un narcotraficante. En realidad, eso es lo que menos me preocupa, para mí la pintura es un arma liberadora”.
Nacido en Tamaulipas, el artista creció leyendo nota roja y no oculta su pasión por Rigo Tovar, el corrido norteño y las cintas de los hermanos Almada.
“Crecí con todo eso y algo se me impregnó. Soy parte de eso, de los Broncos de Reynosa y de los Cadetes de Linares, es parte de mi sangre y cultura”, dice el también tenor.
Estando en Matamoros descubrió a muchos artistas que pintaban como Francisco Toledo o como Sergio Hernández. Sin embargo, él asegura que en la cultura norteña hay cosas geniales.
“Por eso, lo que ahora me interesa no es mostrar una nota roja que sea evidente y violenta, sino expresar estas vivencias de otro modo. Reflejarlo desde mi propia realidad de norteño”, concluye.

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